Por Marcos Ayestaran
En 2018 se encontraron 1.166 emprendimientos de finanzas y tecnología (fintech) en 18 países de Latinoamérica, según el último informe de Finnovista y el Banco Interamericano de Desarrollo. Esta cifra representa un aumento del 66% con respecto al año anterior y la aparición de 463 nuevos emprendimientos.
El crecimiento del rubro fintech es innegable. La inversión acompaña. El “Trend Watch” de Lavca de 2017 reflejó que el sector fintech representa el 25% de las inversiones de capital de riesgo en tecnologías de la información en la región. Eso no es todo: Latinoamérica superó a otros mercados como Africa y Australia en número de acuerdos cerrados en 2017, con 38 contratos según el informe de CB Insights Fintech Trends to Watch en 2018. Los números no mienten.
La oportunidad para las empresas fintech en Latinoamérica resuena a oídos de grandes inversores y algunos países de la región ya comienzan a desarrollar marcos regulatorios específicos para su accionar. El ruido que genera la industria no debería sorprendernos, se trata de un rubro que origina soluciones a los problemas cotidianos de las personas y cuyos productos no solo son muy bien recibidos por la sociedad, sino que fomentan la inclusión y el desarrollo.
Entre los factores que han llevado al crecimiento de estas empresas en la región se encuentra, en primer lugar, la masificación de dispositivos móviles, que en 2017 alcanzó el 67% de la población. La curva de penetración de smartphones se encuentra en crecimiento, por lo que cada año se incorporan al mercado millones de potenciales clientes: según datos de E-Marketer, se proyecta que para 2021 en la región existan 347 millones de usuarios.
El segundo factor que incide en el crecimiento son los índices de exclusión de los servicios financieros. Según las estimaciones del Banco Mundial, el 45% de los adultos latinoamericanos no tiene una cuenta de banco. Ese grupo representa un potencial mercado sumamente amplio y ningún inversor desconoce el potencial de escalabilidad que genera.
Por último, las limitaciones o ineficiencias en la oferta de crédito que las instituciones tradicionales ofrecen han dejado espacio para el surgimiento de nuevas soluciones más eficientes y menos costosas, que se dirigen particularmente hacia las pequeñas empresas. Esto último no es casual: este tipo de compañías representa alrededor del 90% de las empresas de la región. Demanda. Las fintech responden a las necesidades reales de las poblaciones latinoamericanas.
Según el informe de Finnovista y el BID, los tres rubros que más desarrollo tienen son pagos y remesas, con 285 emprendimientos fintech; préstamos, con 208 emprendimientos fintech, y gestión de finanzas empresariales, con 174. Lo que hace aún más atractivo al rubro fintech es que no se trata solo de una inversión rentable para fondos de capital de riesgo, sino que además son instrumentos de inclusión financiera.
El impacto positivo que pueden generar estos servicios en las personas, familias y pymes es impresionante. Por ejemplo, en la Argentina la tasa de interés de referencia del Banco Central se sitúa en torno al 64%, y eso excluye a muchas familias o empresas que tienen un buen historial de crédito y garantías pero que no pueden pagar esos montos por financiamiento.
Gracias a la aparición de las fintech, esas personas pueden obtener financiamiento para desarrollar un negocio que genere empleo y active la economía en el país en que se encuentran. Por ejemplo, compañías como Agilis tienen como objetivo impulsar a los argentinos mediante el acceso a un mejor crédito.
Al tomar un préstamo con nosotros, los usuarios tienen una atención personalizada, una experiencia de primer nivel con un alto foco online, y una velocidad y tiempo de respuesta como ninguno en el mercado, resultando incluso en una cuota de 4 a 10 veces más baja que las alternativas existentes.
El contexto del mercado argentino es sumamente propicio para que una empresa fintech dé vuelta una cultura financiera hostil, en donde no se ve el crédito como una herramienta de crecimiento, sino como una opción desesperada. Es un mercado que tiene mucho por innovar.
A diferencia de EE.UU., que es un mercado saturado y con mucha oferta crediticia, en Latinoamérica todavía hay mucho terreno fértil y los inversores son conscientes del potencial de crecimiento. La oportunidad está planteada, los mercados más desarrollados comienzan a saturarse y los inversores comienzan a buscar alternativas. Hay una ruta de acción posible para que empresas de servicios se sumen en este ecosistema de escala global (Fuente www.perfil.com).